Teresa Forcades: «En pobreza el nivel de Venezuela es menor que en Cataluña».

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Teresa Forcades (1966, Barcelona) es médica, teóloga y monja de la Orden de San Benito, en Cataluña. Es conocida por sus ideas feministas y por su posicionamiento crítico contra las multinacionales farmacéuticas y, en concreto, con la gestión de la gripe A y con la nueva vacuna del papiloma. Ahora, ha saltado a la política para frenar el «deterioro progresivo» de la sociedad y para conseguir que el poder resida en los de abajo.

–Comparte las ideas y la causa del 15-M. Este colectivo se está planteando crear una formación parecida a la del Movimiento 5 Estrellas de Italia. ¿Apoya la creación de una organización así para las próximas elecciones?

–No conozco a fondo el de Italia, y creo que tiene unos límites que quizá el de aquí no pudiera tener. Me refiero a esa crítica consistente y fundamentada en el sistema económico y que ya está ocurriendo ahora. Se está organizando ese malestar social y, por ejemplo, en Cataluña, con el economista Arcadi Oliveres, estoy empezando un movimiento.

–En caso de que a escala nacional le propusieran liderar este nuevo reto, ¿aceptaría?

–Ahora estoy comprometida con esta iniciativa en Cataluña, porque creo que se tiene que trabajar localmente y, luego, llega el momento de hacer las alianzas. Lo que planteamos es esta asunción de la soberanía plena, porque tenemos prisa para cambiar esta sociedad, y como en Cataluña hay un movimiento fuerte independentista, pues creo que eso dará fuerza a todas estas acciones. Cuanto más subsidiariamente se maneje el poder, mejor. Estoy en contra de ir subiendo de nivel la toma de decisiones. Se tiene que hacer desde abajo, y si me apuras, si es a nivel municipal, mejor.

–¿Por qué tanta prisa en sacar adelante el proyecto político?

–En Cataluña hay un 30% de pobreza y un 12% de miseria. Día que pasa, persona que quizá se suicida porque la echan de su casa o quizá sus hijos no tienen qué comer. Entonces, la urgencia es la urgencia social; el deterioro progresivo. No solo es por las personas que se ven afectadas, que antes eran situaciones impensables, sino cómo se desmontan los equipos y los proyectos. Conozco el tema médico, y hay equipos que hacen una labor excelente en la comunidad y han tardado 20 años en consolidarse. Ahora, en dos días desaparecen, porque a la mitad los echan.

–¿Cuál es la meta en el tiempo? ¿Las próximas elecciones?

–Sí, las próximas legislativas. La idea es presentar una candidatura que, evidentemente, va a salir desde abajo, con primarias y con la gente de las asambleas locales y que quiera participar. Este tipo de iniciativa no la puede liderar ni puede dar su rostro un político que haya estado en ejercicio. Tiene que ser una cosa nueva.

–La diputada del PP Beatriz Escudero dijo que las mujeres que abortan son las que menos formación tienen. ¿Qué le respondería?

–Este tema es lo suficientemente delicado, con el cual, no me he inhibido de dar mi opinión. Lo que sí me gustaría hacer ahora es darte una referencia, también a los lectores, para no hacerlo en cuatro palabras y no caer en tópicos. La referencia es un libro que se llama Diálogos con Teresa Forcades. Ahí está el documento, un artículo mío sobre este tema. Luego, el Vaticano me pidió que me retractara y yo hice una aclaración. Como eso está muy bien pensado, yo me remito a ahí para evitar malos entendidos.

–La mayor presión que ha sufrido por su forma de pensar ¿de dónde ha procedido? ¿De políticos, de la propia Iglesia..?

–Es paradójico, pero la mayor presión es a nivel de las demandas que tengo y que no puedo cumplir. De fuera, soy poco atacable. Las farmacéuticas sí que han llevado a cabo algunas acciones en mi contra; me intentaron presionar desde el Gobierno, a un congreso le sacaron financiación porque yo iba…

–¿Que opina de las políticas que aplica el Gobierno central?

–Tanto en el central como en el de Cataluña, y me imagino que en cualquiera, el marco es imposible. Dentro de este marco se inhabilita una ejecución de políticas sociales progresistas y hay que cuestionarlo. Hay que salir del euro, de unas estructuras a las cuales nos hemos comprometido, bueno, nuestros gobernantes en nuestro nombre sin consultar. Nos llevan al endeudamiento progresivo y hacia lo que, con todas las letras, se debe llamar neocolonialismo. Se trata de generar deuda de forma ilegítima. Estamos como agarrados por una dependencia económica que, por parte de los acreedores, no hay ningún interés en subsanar.

–Es defensora de Hugo Chávez, ¿en qué se diferencian sus políticas de las de España?

–Lo más impactante que vi fue la gente, que yo calificaría de marginal por su forma de vestir y su nivel cultural, que me hablaba como un sujeto político, como si su opinión contara y fuera importante, y es que lo es. Cuando ocurre eso, puedes hablar de revolución en el mejor sentido y de esperanza. Están en guerra, en esa batalla mediática, porque si haces un repaso de las noticias, los fragmentos de intervenciones de Chávez, y ahora de Maduro, que se pasan por aquí son las peores. Si gritó, seguro que sale, pero si hace una reflexión que haga pensar, aquí no se ha mostrado nunca. Ahora empezamos a espabilarnos, pero no he encontrado esa dignidad de sujeto político. Una especie de desánimo frustrante. Lo segundo es la direccionalidad política. El discurso de nuestros gobernantes es negativo y dicen que no hay alternativa. En Venezuela dicen que es negativo y que hay alternativa.

–Entonces cree que la mayoría de los españoles son sumisos.

–Hasta ahora, creo que queda claro. Si no, en lo de rodear el Congreso habríamos sido unos cuantos millones o habríamos votado diferente. Estamos votando, como dice Sánchez Gordillo, al gato blanco y al gato negro. Nosotros somos los ratones. ¿Y yo a quién voto? Al ratoncito. Si cambian las cosas…

–¿A quién elegiría, a Maduro o Capriles?

–Lo tengo claro, a Maduro. Porque, como personas, no paso juicio ni a nuestros gobernantes ni a los de fuera, pero el programa político lo valoro porque ha devuelto la subjetividad política y ha hecho un cambio extraordinario en pobreza. El nivel en Venezuela es menor que en Cataluña. La pobreza está allí al 24% y en Cataluña, al 30%. En miseria, está al 7% y en Cataluña al 12%. Estamos hablando de gente que no come.

–Hablaba de que cada medio emite lo que le interesa sobre Venezuela. Se ha difundido que Maduro utilizó la homosexualidad para
descalificar a Capriles. ¿Qué le parece ese tipo de comentarios?

–Es denigrante. La patriarquía y la homofobia son conquistas en nuestro propio país que aún nos faltan por consolidar pero que han avanzado. En Venezuela es una asignatura pendiente. Si dijo eso, el hombre tiene que evolucionar.

–¿La Iglesia está obsoleta con su modo de pensar?

–El cardenal Carlo María Martini dijo que tenemos en la Iglesia Católica Romana un retraso de unos 200 ó 300 años. Pues yo estoy con él. No fui criada en el catolicismo. Al contrario, mi padre se declaraba ateo y mi madre siempre me decía que vigilara a la Iglesia, que solo quería abusar de la buena fe de la gente. Hasta los 15 años, creía que la Iglesia Católica era como la Monarquía, una institución que aún existe pero que no tiene ningún papel y que ya se va muriendo. Pero luego leí los Evangelios y me transformaron. Eso es lo auténtico, lo que no debe cambiar. Y, después, tenemos una serie de estructuras de poder que alejan la toma de decisiones de la gente y que se perpetúan, tenemos un Banco Ambrosiano que blanquea dinero… A ver si este Papa Francisco puede cambiarlo.

–¿Qué le parece la designación?

–Los signos que ha dado son muy positivos. Ahora tiene un reto con las monjas norteamericanas, que han sido censuradas para impedir su desplegamiento autónomo. El Papa parece que ha dicho que adelante con el control. Ellas no marcan el paso con el aborto y la homosexualidad y las quieren disciplinar.

–Esa unificación del poder también se puede aplicar al Vaticano. ¿Cree que necesita una reforma?

–Sí, sí. Cuando aludía a la reforma estructural, de eso hablaba. Esas organizaciones que centralizan y deciden lo que debería estar en las comunidades. La figura del Papa creo que es buena, pero se debería reformar el Papado como se concibe, porque no es el gerente de una empresa. Es simbólico y litúrgico y tiene su importancia, pero no para suplir las decisiones locales.

–Siempre se ha intentado mantener una imagen inmaculada del Vaticano y que no haya escándalos. ¿Cree que se han encubierto delitos, como los abusos sexuales?

–En los casos de pederastia, por ejemplo, casos de sacerdotes que abusaron sexualmente de niños, parece claro que la institución eclesial se preocupó más de su imagen que de proteger a los niños. Y, como sabemos, hubo casos en los que se cambió al sacerdote de lugar sin pensar que en el nuevo sitio también habría niños potenciales víctimas de esos abusos. Tenemos que aceptar que ha habido un deseo de proteger la institución que ha pasado por delante de los niños.

–¿La Iglesia es misógina debido al papel que le ha dado a la mujer?

–Sí. La actual estructura eclesial lo es. La toma de decisiones está vetada a las mujeres.

–Ha luchado contra las farmacéuticas, las vacunas de la gripe A y ahora, contra la del papiloma. ¿Por qué?

–Mi formación de médica y luego en Salud Pública me llevó a que me pidieran unas conferencias y, a la hora de preparármelas, resulta que con la gripe A me encuentro que hay ausencia de evidencia científica y algo que se estaba aplicando a escala internacional, como era la campaña de vacunación. Necesité tres meses para convencerme de que no había evidencia científica, porque como lo dijo la OMS… Eso lo dijo mal, y eso es una pérdida de legitimidad. En este momento, están las grandes corporaciones, como las farmacéuticas, que son tan poderosas que pueden afectar la soberanía de un Estado.

–¿Prima más el dinero?

–Claro. Eso es convertir la salud en una mercancía, que es algo que tiene que estar fuera del mercado.

–¿No le sorprende que no la hayan echado?

–Es porque en la Iglesia hay más pluralidad de la que nos creemos. Mi posición no es solitaria. En la gente de a pie es donde yo identifico la Iglesia. Pues ahí, esta opinión no es muy escandalosa, mucha gente lo ve así.

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