Días de Fuego

Crítica Literaria

Días de fuego
Luis Fernando Cueto Chavarría

Portada Dias de fuego

Por José Miguel Carrera

Precísemos: La lectura de “Días de Fuego”, libro del escritor peruano Luis Fernando Cueto, toma su tiempo. No es una novela común. Es de esos escritos donde el contexto en que se envuelve la trama es muy importante para comprender el mensaje entregado.

Esta novela -de 278 páginas, fue editada en Perú el año 2009 por Editorial San Marcos y Río Santa Editores- se desarrolla en una doble temporalidad, aparentemente inconexa, y es casi en su epílogo, como resultante de los acontecimientos narrados, cuando “Días de Fuego” se aclara y define el destino del personaje principal, el policía Rentería.

«… escuché unos disparos detrás de mí; traté de voltear pero unas punzadas ardientes en mi espalda me hicieron caer de bruces sobre la vereda… escuché un disparo más y me sumergí en la oscuridad».

Claramente somos ubicados por el escritor peruano en su ámbito temático: La cruenta guerra entre el Estado peruano y la organización política Sendero Luminoso. Se define los años ochenta y noventa del siglo pasado como el tiempo del relato. A todas luces se puede asumir que el papel de los protagonistas, de una u otra manera, da luces del pensamiento del autor acerca de esa época histórica del hermano país latinoamericano.

– En este caso, creo que los dos bandos están perdiendo la guerra…
– Tienes razón Rentería. En una guerra todos terminan perdiendo –suspiró el Alférez Albarracín.
Ese mensaje, al parecer propio de la concepción de Cueto, es un desafío a los lectores, sobre todo a los chilenos que sólo conocemos ese conflicto armado del Perú por los medios de comunicación tradicionales, a veces poco objetivos. Se esmera en contarnos detalles de la vida del personaje principal del libro, para que convivamos con él, pero no deja de trasmitirnos sus visiones del conflicto político social y militar de esos años en el Perú. Es una conjetura muy prematura: quizás las convicciones del personaje, acerca de esa guerra, sean experiencias de vida del propio autor del libro.

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El autor, Luis Fernando Cueto

Entrando en materia, resalta del libro de Fernando su riqueza en el lenguaje y especialmente el manejo de modismos locales –peruanos-, y eso por si solo constituye un interesante desafío para el lector nacional que no los ha escuchado nunca: chuto, jijunas, cau cau, se hace el perejil, tío vivo, además de sobrenombres como Furriel, Berrinche, Charapo, y muchos más, pasan a veces de la anecdótico a lo complejo.

La Escuela Policial donde se formó el policía Rentería y sus colegas, es mostrada – imprescindible para el relato- como un reflejo crudo de la estratificación social de la sociedad peruana de la época. Esto es un dato relevante:

“Nosotros éramos la última especie en la Escuela. Una docena de desarrapados que no tenía familiares ni amigos ni nadie en el mundo exterior a quien interesar. Por ese motivo, nunca recibíamos visitas ni teníamos por qué salir los fines de semana a la calle. Detrás de todos, después del último pinche, estábamos nosotros, los parias” .

Las personas del más bajo ambiento social que resalta la novela, es el estrato social de la promoción del personaje pero también de los combatientes de Sendero que se enfrentan en la lucha armada. Por las características de las fuerzas en pugna en esa guerra interna, y que inexorablemente mueren, Rentería ve a su entorno de colegas, incluido él mismo y a sus enemigos como iguales. Todos son parías: víctimas y, a la vez, carne de cañón de una guerra que les es ajena.

– ¿Acaso te identificas con ellos?
– No comparto sus ideas, pero siento que se parecen a mí. Son jóvenes, son pobres y viven en barrios miserables, como yo.
-¿Sabes?, a veces pienso que ustedes, los subalternos, tienen limitaciones analíticas para comprender la guerra…
– Pero somos los que morimos – interrumpí.
–Pero mueren sin saber por qué, como aquel que oye cantar un gallo y no sabe por dónde…” Página 175.

La pobreza donde viven los parias, en la periferia de Lima, es descrita magistralmente por el autor del libro. Un paisaje triste y lastimero. Nos hace hasta creer que caminamos por los  barrios de la marginalidad limeña de esos años. Los agentes de la unidad a la que pertenece Rentería, parias también, se desplazan en buses destartalados para cumplir sus tareas operativas, viajando la mayoría de las veces en las pisaderas de la locomoción. Sólo una vez viaja Rentería en un taxi a una misión, gracias a que el pasaje lo paga un superior.

“En una de las últimas cuadras de la avenida Isabel La Católica, en La Victoria, en un edificio impregnado de tufo y bullicio de las cantinas aledañas, tenía su cuarto el agente Erasmo Aguilar. Era una habitación estrecha y húmeda, ubicada en el tercer piso de un inmueble sucio y maloliente, desde la cual tenía una vista, a través de una pequeña ventana metálica, a una calle de casas, veredas y pistas deterioradas…” Página 142.

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Notable es el diálogo que involucra a la literatura en la Escuela Policial entre el paria Rentería y el teniente Vidal Tantavilca:

“Los ojos del teniente, luciérnagas alocadas, leen el título del libro: ¿La dama de las camelias?
-¿Qué chucha es esto?;
– Una novela mi teniente;
– ¿Una novela? ¿Por qué no lee algo que le sirva, paria?
Luego el teniente lo interroga:
– ¿Ya sabe cuál es la característica de un ahorcamiento?
– Presión exterior del cuello y fractura de la tráquea, mi teniente.
– Vaya a dormir paria, no sea tan cojudo. Solo los cojudos leen novelas.

Buscando una forma de describir a ese teniente Fernando lo llama “Ojos de perro nictálope, mientras la patria dormía, él vigilaba.”

A esta altura, no está de más resaltar, que lo que conocemos de ese conflicto solo es lo informado por la prensa chilena que identificaba como al propio demonio a las fuerzas del Sendero Luminoso y glorificaba a las fuerzas policiales y militares que combatían a los seguidores de Abimael Guzmán. En todo caso, esa forma interesada de calificar y pautear los conflictos sociales desde una visión ideológica de derecha, es propia de los dueños de periódicos tradicionales en Chile.

La novela Días de Fuego de Fernando Cueto, para los chilenos, puede ser un notable aporte a una visión más informada de ese sangriento conflicto.

En el relato impacta la definición referida al concepto de “desaparecido”, en Chile aún hay desaparecidos de la dictadura de Pinochet. Sus familiares siguen esperando: “… es el vacío. La certidumbre de su muerte no basta, no es suficiente para llevar ese agujero negro… el corazón y la mente no encuentran sosiego… La ausencia no tiene cuerpo… no se difumina ni se pierde… ¿cómo enterramos el vacío? Página 233.

En las ideas de Fernando Cueto, las que no solo expresa en esta novela, que recomiendo leer, si no en varias entrevistas y otros trabajos literarios, deja claro lo importante qué es para él la historia de su país, y ve a la novela como un aporte al conocimiento histórico. Como admirador de León Tolstoi, quiere escribir de su “aldea”, de Chimbote para sus compatriotas, para los latinos y el mundo, pues comparte la idea del célebre escritor ruso señalando que se puede llegar a ser universal, si se escribe de su propio terruño.

Fernando Cueto, es un laureado escritor y abogado peruano. Nació en Chimbote hace cincuenta años, novelista y poeta. En 2009 salió a la luz la novela “Días de Fuego”. Ha publicado en poesía “Labra Palabra” 1999 y “Raro oficio” 2001; en novela, “Lancha Varada” 2005 y “Llora corazón” 2006 y en cuentos, “La Santa cede” 2008. Tiene varias obras más por publicar. Colabora en diarios de Chimbote en temas jurídicos y culturales.

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